ESTADOS UNIDOS: ¿GUARDIÁN DE LAS AMÉRICAS?

Por Edgar Simón Rodríguez
Activista político venezolano
Abogado

Estados Unidos de América debería retomar el espíritu de la Doctrina Monroe, en beneficio no sólo de su propia seguridad, sino también de todo el continente. El devenir de los hechos políticos, sociales y militares del mundo actual, amerita que además lo haga con carácter de urgencia.

A quién tiene los Estados Unidos de enemigo en territorio de los países vecinos, a unas fuerzas políticas democráticas? A movimientos políticos o partidos políticos democráticos que representan valores? No desgraciadamente. Estados Unidos debe ayudar a los países de la región a liberarse de una organización criminal transcontinental y multipolar, que tiene entre sus miembros a enemigos declarados de los Estados Unidos como lo son Rusia, China e Irán, con adición de los grupos subversivos y terroristas del Medio Oriente, como Hamas y Hezbolá, entre otros, y de las FARC y el ELN con asentamientos en Colombia y Venezuela. Y es que Rusia, China e Irán, tienen por objetivo nivelar su posición geo estratégica en relación a Estados Unidos en este continente y para esto cuentan con el apoyo de una gran plataforma criminal como lo es el Foro de Sao Paulo y el Foro de Puebla, conglomerado financiado de forma ilícita por algunos Gobiernos y por los propios carteles del narcotráfico.

En este sentido, quiero citar una reciente reflexión que en un conversatorio me hizo mi amigo Ron Aledo, ex analista de la CIA y el Pentágono, y es el hecho que desde la presidencia de Bill Clinton, la CIA perdió el liderazgo que se le había dado en Latinoamérica, pues se pensó que luego de la caída de la Unión Soviética, no era necesaria ya la lucha contra el Comunismo en la región, porque se creía erróneamente que esa lucha había terminado. Se le dio a la CIA un papel secundario y se dejó a la DEA haciendo las labores correspondientes contra el narcotráfico. Pero esta Agencia del Gobierno es especialista únicamente en el área de narcóticos, pero no en el combate contra el Comunismo, ni son especialistas en el plano y juego políticos.

Para luchar contra el Comunismo, se necesita trabajo de Inteligencia y Contrainteligencia. Se requiere neutralizar, como en toda guerra, las acciones del enemigo, y para eso se requiere acceso a información privilegiada y de Estado, para poder luego elaborar las estrategias que garanticen efectividad y victoria.

Gracias al trabajo de la CIA en Latinoamérica, se pudo neutralizar al Che Guevara y su guerrilla (pandilla de asesinos) en Bolivia, y deponer a Salvador Allende en Chile, solo por citar dos casos concretos.

En mi opinión, Estados Unidos debe promover la liberación de los países oprimidos por el fantasma del Comunismo, para lo cual debe desplegar a la CIA en la región, en trabajo conjunto con la DEA, junto a los sistemas judiciales, de seguridad e inteligencia, de los Gobiernos Democráticos (los pocos que quedan), y en enlace con los nuevos espacios de lucha internacional contra la extrema izquierda, que están surgiendo, por ejemplo, como el Foro de Madrid y otras iniciativas de similar naturaleza en el hemisferio.

Esta labor debe perseguir proteger la seguridad nacional de los Estados Unidos, baluarte de la Libertad y la Democracia, teniendo en cuenta que la coalición Intercontinental de Rusia, Irán y China, tienen en Cuba, Nicaragua, Bolivia, Chile, Perú, Argentina y Venezuela, un amplio teatro de operaciones y apoyo logístico, diplomático, financiero, político y militar.

Y es que no tiene sentido expandir la OTAN alrededor de Rusia, cuando Rusia se expande libre e impunemente en toda Centro y Suramérica.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Henrique Salas Römer. Ediciones De la Parra, 2019, “El Futuro tiene su Historia”.

Grupo Regional Americano de Pensamiento Estratégico (GRAPE). Grupo Impresor, 2022,”Democracia bajo ataque. Región Latinoamérica. Los riesgos geopolíticos de la crisis venezolana”.

ENLACE DEL CONVERSATORIO

Vídeo extraído del canal de YouTube de Ron Aledo.

CONVERSATORIO: CONSERVATIVE HISPANIC NETWORK

El día 19 de Julio del 2022, se llevó a cabo este conversatorio titulado; “Conservative Hispanic Network”, en el cual participó: Edgar Simon Rodriguez; quien a la fecha se desarrolla como colaborador de la Revista Xauxa, es reconocido abogado y activista político. Director en Guardians of Human Rights. Conferencista, articulista y asesor de distintas ONGs de DDHH y Política en las Américas y Europa.

Recomendamos ver el siguiente vídeo, pues explica de una forma muy detallada una coyuntura más que vigente en el panorama internacional actual.

Podrán observar su participación a través del siguiente vídeo, extraído de la plataforma YouTube del canal de Ron Aledo.

¿CÓMO DEBEN ACTUAR LAS FUERZAS ARMADAS CUANDO UN GOBIERNO LEGÍTIMAMENTE ELEGIDO DEVIENE EN USURPADOR?

Por Mayor General FAP Carlos Ordóñez Velázquez
Abogado Constitucionalista Reg. CAL #54566

El presente artículo fue escrito por el General FAP Carlos Ordóñez Velázquez, previo a la segunda vuelta de las Elecciones Presidenciales 2021; donde se debía escoger entre Keiko Fujimori (Fuerza Popular) y Pedro Castillo (Perú Libre). Hoy, a casi un año de su publicación, lo traemos a colación debido a la vigencia del análisis que en este artículo encontramos.

En pocas semanas el pueblo peruano tendrá que elegir como Presidente de la República, a una candidata de derecha popular que postula por tercera vez consecutiva o, a un candidato representante del marxismo-leninismo, con comprobados lazos con el MOVADEF (brazo político de Sendero Luminoso), según lo hizo saber públicamente el ex ministro del Interior Carlos Basombrío en el año 2017, con ocasión de la huelga magisterial del SUTEP – CONARE.

Como seguidor de la coyuntura política que vive nuestro país, he podido apreciar en las redes sociales que frecuento, así como en diversos medios de comunicación, que se vienen analizando los contenidos de los planes de gobierno de esos partidos, algunos de los cuales han generado interrogantes acerca de la manera en que podrían o deberían actuar las Fuerzas Armadas en caso de que nuestra democracia peligre o se vea menoscabada por actos de gobierno que afecten los derechos fundamentales, se vulneren los mecanismos constitucionales del equilibrio de poderes o el gobierno elegido pretenda imponer medidas fuera de los límites de su competencia. La hipótesis de que tal evento podría suceder se deduce de la lectura del ideario o programa de gobierno del partido de extrema izquierda Perú Libre y de las declaraciones públicas de su candidato y de algunos de sus dirigentes. Parte importante de estas conversaciones en las redes, convertidas con el paso del tiempo, en serios debates, es el tema referido a que, en una eventual afectación del sistema democrático constitucional, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional tuvieran que intervenir para restaurar el estado de derecho, y que éste proceder pudiera considerarse como “golpe de estado”, debido a su condición de “no deliberantes”.

Al respecto, en el año 2015, el portal web en español de la BBC1, publicó un artículo titulado “¿Existen los golpes de Estado democráticos?”, donde el autor cita al jurista Ozan Varol, profesor asociado de la Facultad de Derecho de Lewis & Clark, como el primero en acuñar este concepto en el año 2012, refiriéndose con ese término, a un “golpe” que pone fin a una dictadura y conduce a elecciones libres y justas, citando como su mejor ejemplo a la intervención de las fuerzas armadas de 1974 en Portugal, que acabó con una de las últimas dictaduras en Europa.

En el caso de nuestro país, mi opinión está fundamentada en una interpretación hermenéutica de los artículos pertinentes de nuestra Carta Magna. En ese sentido, la intervención o actuación de las Fuerzas Armadas en estos casos, no debería entenderse como una interrupción de la democracia, sino, por el contrario, como una intervención en defensa del orden democrático constitucional, por las siguientes razones:

a. El artículo 169º de la CPP, indica que las Fuerzas Armadas no son deliberantes, y están subordinadas al poder constitucional, es decir, al poder que emana de los postulados de nuestra Carta Magna; por consiguiente, debe entenderse que las Fuerzas Armadas se deben, primordialmente, al orden constitucional, y ulteriormente, al poder político del gobierno de turno.

b. En nuestra Constitución Política, previendo la posibilidad del peligro que la democracia sea menoscabada, se han establecido normas claras para atender estos casos. La primera de ellas está señalada en su artículo 38º que establece: “Todos los peruanos tienen el deber de honrar el Perú y de proteger los intereses nacionales, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación”. Asimismo, en su artículo 46º (primer párrafo) se establece que: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asumen funciones públicas en violación de la Constitución y las leyes”.

c. En concreto, el artículo 38º de la CPP establece un mandato que obliga su cumplimiento por todos los peruanos. Por consiguiente, debe quedar absolutamente claro que dicha norma involucra, también, a los miembros de las Fuerzas Armadas, los que, sin lugar a duda, son peruanos.

d. Queda entendido igualmente que, cuando el artículo 46º dicta una norma disponiendo que nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, está comprendiendo, inequívocamente, a todos los miembros de las Fuerzas Armadas, en forma individual o en su conjunto.

La cuestión fundamental que corresponde ahora resolver es la relativa al adjetivo “usurpador” y por consiguiente al concepto de “gobierno usurpador”. En ese sentido, es importante mencionar que, en los diccionarios jurídicos más consultados, se encuentran varias acepciones, como aquella referida a “Aquel que se arroga una dignidad, empleo u oficio de otro, para usarlos como si fueran propios”2; por otro lado, también existe otra acepción que nos resulta más útil para nuestra explicación: “Quien ejerce contra Derecho, un supuesto derecho3.

El concepto “contra Derecho” debe entenderse entonces, como la actuación de un funcionario que, teniendo claramente establecidas sus funciones y atribuciones en la constitución, leyes y reglamentos, actúa deliberadamente de forma contraria a ellas, haciendo uso de un poder inexistente y afectando al ordenamiento jurídico, a las instituciones y a las personas en general.

Teniendo en cuenta lo arriba mencionado, debe entonces quedar claro que el  término “usurpador” no necesariamente corresponde -solamente- a una persona distinta a la que asume y ejerce legítimamente el mando, ni a quien ilegítimamente lo suplanta (normalmente por la fuerza) y ejerce las funciones para las que no fue investida, sino que dicho término le puede corresponder a la misma persona que fue elegida constitucionalmente.

En este punto, tenemos que comprender, mediante un ejercicio de abstracción que, si quien ha sido elegido para ejercer el mando como presidente de la república, trasgrede o se aparta conscientemente los deberes o atribuciones a que lo obligan la Constitución y las leyes, deja de ejercer legítimamente el mando, puesto que al violar el ordenamiento jurídico fundamental “se ha despojado del ropaje constitucional” y hace de su gobierno un “gobierno usurpador”, ya que al “ejercer contra Derecho”, y al ordenar acciones inconstitucionales, pierde toda legitimidad y no merece la obediencia de nadie, como lo establece la Constitución.

Para poner en claro estas ideas, analicemos un ejemplo, no lejos de la realidad:

Supongamos que un candidato a la Presidencia de la República es elegido democráticamente por la fuerza de los votos y, después de tomar el mando, dispone ilegítimamente la disolución del parlamento, o la desactivación del Tribunal Constitucional o de la Defensoría del Pueblo, entre otros organismos constitucionales, pues su meta es imponer una asamblea constituyente a su medida y al margen de lo dispuesto en la propia constitución, hechos que constituyen indicadores inequívocos de la ruptura del orden democrático, cuya flagrancia no requiere, a mi parecer, de la resolución de algún estamento, para calificar de forma solemne, que se estaría llevando a cabo un “golpe de estado”, por lo cual, el actor de dichas iniquidades se convierte en un gobernante usurpador, perdiendo así, su investidura como Presidente de la República.

En este hipotético escenario: ¿Qué podríamos esperar de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional? ¿Acaso que respalden al gobernante usurpador, agachando la cabeza y poniéndose a órdenes de un ilegitimo Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional? ¿Qué obedezcan órdenes inconstitucionales o, sencillamente, no hagan nada?

La respuesta es una sola: Las Fuerzas Armadas no deben obediencia a un gobierno usurpador, de ninguna manera. Desde el momento en que el presidente ordenó acciones en contra de lo establecido por la constitución y las leyes, perdió legitimidad y se convirtió en un presidente de facto, en un individuo usurpador, a quien nadie le debe obediencia y porque, además, todos tienen el deber de defender la constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación.

En este caso, en mi parecer, las Fuerzas Armadas se verían en la obligación de actuar constitucionalmente y hacerle saber al mandatario usurpador, que no le deben obediencia, desconociéndolo públicamente como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional y apoyando a las fuerzas democráticas a retomar el ordenamiento jurídico que, una República Constitucional de Derecho como la nuestra, debe tener.

A todos los ciudadanos de nuestro país y especialmente a los funcionarios públicos, sean miembros del poder ejecutivo; presidente, vicepresidentes y ministros, parlamentarios del poder legislativo, a los magistrados de la fiscalía, del poder judicial y del tribunal constitucional, a los altos funcionarios del servicio diplomático; y a los altos mandos de nuestras fuerzas armadas y policiales, no les debe quedar ninguna duda respecto a los indicadores y actos políticos que devienen en usurpadores, inconstitucionales e ilegítimos.

Los peruanos que amamos nuestra patria y que hemos jurado defenderla hasta con la vida, que no admiramos ni aceptamos banderas ajenas a la nuestra, esperamos respeto a nuestra Constitución, así como a los derechos y las libertades fundamentales, al equilibrio de poderes, y a las facultades y competencias que tiene cada uno de ellos por mandato constitucional.

Frente a cualquier desvío del camino democrático que señala nuestra Constitución Política, nuestras Fuerzas Armadas que dieron vida y nacieron con nuestra república, deberán tener presente lo indicado para poder actuar como es debido.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150514_golpe_estado_democraticos_az

2. https://dle.rae.es

3. http://www.enciclopedia-jurídica.com