Por Gral. Brig. EP Juan Urbano Revilla
Centro de Estudios Históricos Militares del Perú
Integrante de la 86a. Promoción de la EMCH “De los Héroes de San Juan y Miraflores”
LA BATALLA DE SAN JUAN, 13 ENE 1881
La primera línea de defensa de la zona de San Juan, estaba desplegada en cuatro cuerpos. El primero, a la derecha, con unos 5,200 hombres bajo el mando del Coronel Iglesias; el cuarto, al centro, con unos 4,500 hombres comandados por el Coronel Cáceres; el tercero, a la izquierda, con unos 4,300 soldados al mando del Coronel Pastor Dávila; y la reserva, constituida por el segundo cuerpo a órdenes del Coronel Suarez.
A las 0430 horas, se detecta el avance chileno cubierto bajo la neblina, y se inician los fuegos por el sector del coronel Cáceres, que protegía el batallón del coronel Pablo Arguedas, quien sucumbió en el fragor de la lucha. La batalla se generalizó en todos los frentes, volviéndose encarnizada. A mitad de la mañana, los cuerpos del centro y de la izquierda peruana, empezaron a ceder ante la masa y potencia de fuegos del enemigo, la mayor parte de los combatientes perdían sus vidas con furia, pelearon allí las tropas de línea incluidos los legendarios niños CABITOS; los peruanos resistieron al máximo cayendo heroicamente por millares, sin dar la espalda al enemigo. Entonces, por un lado, la tarea era reorganizar a los dispersos; mientras, por otro lado, el combate se concentraba en la derecha peruana.
EN EL MORRO SOLAR
La defensa del Morro Solar fue el último bastión donde se luchaba al ingresar la tarde. Iglesias y sus tropas se batieron con bravura, rechazando los ataques que ya circundaban su posición, llegando a lanzar contraataques. Cáceres, con unos 400 hombres se enrumba en auxilio de Iglesias; de igual manera, el bravo coronel Recavarren entró a Chorrillos por la calle Lima con los batallones Áncash Nº 25 y Jauja Nº 23. No obstante, estas unidades son enfrentadas por mayores fuerzas del enemigo, por lo que se repliegan con grandes pérdidas de vidas. El enemigo recibía más refuerzos, entonces, 12 regimientos chilenos reforzados llegan a la cumbre del morro, obteniendo una proporción de cuatro a uno sobre los defensores; se pelea allí a la bayoneta, cuerpo a cuerpo, por dos horas, hasta las dos y media de la tarde, cuando es doblegada la resistencia de Iglesias. Los jefes y soldados peruanos lucharon con admirable valor y con entrega sin desmayo hasta la muerte; prueba de ello es que de los 5,200 hombres que pelearon al mando de Iglesias, solo quedaron 280 que fueron hechos prisioneros por el enemigo.
DESTRUCCIÓN DE CHORRILLOS Y BARRANCO
Empero, si Chile alcanzó la victoria en los campos de San Juan, ello se convirtió en infamante triunfo, al ser mancillado el honor de su ejército convertido en soldadesca con permisiva indolencia de sus propios jefes, ya que a la batalla siguió la barbarie contra la población de Chorrillos y Barranco: saqueos, asesinatos, violaciones, destrucción, incendios y hasta matanza de bomberos; con lo cual, configuraron una de las páginas más negras de la historia militar, de la cual ningún ejército podrá enorgullecerse.
De ello, bastará unas líneas del historiador chileno Vicuña Mackena: “ensañados los centauros de Chile en sus sables, no dieron cuartel a prófugos ni a rendidos”… “Y todavía eso no sería todo porque vagaban (los soldados chilenos) por entre maderos calcinados y las cenizas calientes de Chorrillos, batiéndose en cada puerta, de azotea en azotea, de tronera en tronera, vida por vida, la matanza en pos de la matanza, la embriaguez del alcohol en pos de la sangre calcinada, grupos de soldados de todos los cuerpos… se entregaban a brutal orgía, arranques de nuevos y más dolorosos sacrificios…”. Concluye Vicuña: “La noche de Chorrillos será, de todos modos, una fecha lúgubre en la historia de la república (de Chile)…”.
LA VOLUNTAD DE LUCHA
La noche del 13 de enero, ardiendo Chorrillos, los coroneles Cáceres y Canevaro, propusieron realizar un supremo esfuerzo y emplear las tropas remanentes de San Juan para lanzar un ataque sorpresa esa misma noche contra los chilenos. Esta iniciativa, fue desechada por el dictador Piérola, carente de decisión y del coraje necesario en los momentos más críticos. Como refiere el historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, “nos faltó un caballo de troya”.
El ejército peruano fue derrotado en San Juan, pero no destruido, ni rendido, ni aniquilado, sus jefes, sus tropas, continuarían la lucha, y llegaría de inmediato, el turno en el sacrificio de Miraflores.
COROLARIO
Que la memoria de los valerosos soldados de la Batalla de San Juan, permanezca en el altar de los justos que ofrendaron sus vidas en la negrura de la contienda y destrucción aplicada por el invasor, y su sacrificio se eleve a la eternidad sobre la luz de las llamas, para dar sereno brillo al homenaje perpetuo que les debemos todas las generaciones de peruanos.
¡HONOR Y GLORIA A LOS DEFENSORES DE LIMA EN LA BATALLA DE SAN JUAN!
LA BATALLA DE MIRAFLORES, 15 ENE 1881
El 15 de enero de 1881, llegó el turno de Miraflores, de los restos del ejército de línea luego de San Juan, de la reserva conformada por la civilidad armada de prisa, de muchos quienes antes tuvieron incomprensión de los asuntos militares pero que tomaron las armas con honor. Entonces, cuando aún emanaba el tizne del holocausto de Chorrillos y Barranco, estando en curso un armisticio entre las partes con inclusión del cuerpo consular extranjero en la capital, los chilenos aprovechan esta situación para adelantar sus líneas violando el breve acuerdo; con lo cual, a las 2 y 20 de la tarde se desencadena la batalla en la última línea defensiva de Lima.
En Miraflores lucharon hijos, hermanos, padres y amigos, hasta caer juntos, militares y civiles, ricos y pobres, en aquellos reductos donde a la hora de la batalla todas las almas son iguales. Allí estuvieron también los heroicos CABITOS, aquellos niños legendarios de la Escuela de Clases, que desde el primer clarín de la guerra derrocharon patriotismo y entusiasmo, pelearon en la campaña del Sur, para luego de 20 meses, ya diezmados, llegar a Lima y unirse a su defensa hasta expirar por la Patria.
En la defensa de Lima, mayor aun resultó el sacrificio que realizó la nación, al ofrendar su mejor tesoro: su juventud y su futuro, generaciones promisorias de lozanos peruanos que, a costas de sus cortas vidas, se inmolaron por el Perú; junto a ellos, cayeron también los hombres ilustrados encargados de conducir los destinos peruanos, los hombres de honor y valía, entre estos, los jefes militares y los civiles uniformados, abogados, diplomáticos, jueces, ingenieros, contadores, empleados públicos, comerciantes, profesores y alumnos, periodistas y gente de múltiples oficios.
Por ello, no es posible olvidar el sacrificio del pueblo peruano, de las familias enteras, el heroísmo de los combatientes que en la hora máxima iluminaron este dantesco escenario con el fulgor resplandeciente de la gloria y no omitieron nada por servir a la patria, dejando un Perú herido, con sus hombres cubiertos de plomo y desgarrados por el corvo, destrozados sus cuerpos y hecha añicos nuestra bandera, pero no humillado, ni rendido.
“GLORIA INMARCESIBLE A LOS HÉROES DE MIRAFLORES, A LOS CABITOS Y A LOS CIUDADANOS INMOLADOS, QUIENES DESDE EL ALTAR DE LA PATRIA PROCLAMAN A LA POSTERIDAD:
¡LODO… LODO ESO NUNCA! … ¡SANGRE ANTES QUE EL LODO!”